martes, 21 de febrero de 2012

Noche en el bar

"No los hallé ya otra vez -tan luego perdidos...
los ojos poéticos, el pálido
rostro ... en el anochecer de la calle ...
No los hallé ya más -conquistados sólo por casualidad,
que así con ligereza dejé"

Días de 1903. Constantino Cavafis.  1918

"Ahí está el vapor que no puedo tocar.
¿Donde están tus opiáceos, tus nauseosas cápsulas?
¡Si pudiese sangrar, o dormir!
Si mi boca pudiese casarse con una herida como ésta,
o con tus licores, escurriéndose hacia mí, en esta cápsula de vidrio
apagada y silenciosa,
pero descolorida. Descolorida. "
Amapolas en julio. Sylvia Plath.  1960.
Noctámbulos.  Edward Hopper. 1942
Oleo sobre lienzo. Instituto de Arte de Chicago.

La Señora Rosalba y yo tenemos un proyecto que presentar juntos.  Nos hemos reunido un par de veces.  Ha venido a estudiar en esta universidad desde el otro lado del país. Su familia le ha conseguido un bonito apartamento cercano al campus.  No se llama así, pero así lo llaman todos, aunque no en su presencia.  Siempre bien afeitado. Figura un poco gruesa. Expresión afable.  Atuendos bien coordinados, cuidadosamente planchados.  Siempre un suéter sobre los hombros. Gafas de marco dorado sostenidas del cuello con una cadenilla.  Postura de retrato victoriano. Modales glamurosos de corte señorial.  Mientras transcribo el texto en limpio, sentado frente a su computador, mira distraídamente por la ventana mientras toma sorbos de su taza de Café.  Pregunta si he estado alguna vez en un bar gay.  Me ruborizo y tras una larga pausa le contesto que no.  Me dice que no hay de que avergonzarse.  Que aunque a él no se le note y nadie en la universidad lo sepa, es gay y visita regularmente este tipo de lugares, especialmente en la capital.  Que es absolutamente necesario que conozca el antro local a la mayor brevedad, ahora que ya tengo edad para ir. 

El taxi nos lleva hacia el centro de la ciudad.  Unas escaleras que bajan a un sótano sin nombre, señalado únicamente por una banderita multicolor.  Penumbra. Una barra larga. Butacos de madera rústica. Iluminación tímida de tubos fluorescentes de color.  Latas vacías de cerveza de variadas marcas y colores adornan los estantes alrededor del espejo de la pared. Viejos posters enmarcados de hombres ligeros de ropa. Un señor mayor detrás de la barra, de cabellos completamente blancos. La Señora Rosalba lo saluda con familiaridad y hace las presentaciones correspondientes. Mucho gusto.  Es un placer.  Sólo venden cerveza y aguardiente, pero como deferencia especial nos ha preparado cubas, con el detalle coqueto de una rodaja de limón adornando el borde del vaso. En la mesa del fondo, unos señores de mediana edad se besan apasionadamente.  La concurrencia canta al unísono con las divas del pop de décadas idas.  El lugar es como una burbuja. Una discontinuidad de la normativa donde la gente viene a ser sí mismos por algunos momentos.  Mi acompañante se ha ido a íntercambiar cortesías con los conocidos.  El hombre de la barra me acerca otra cuba.   Muchas gracias, pero no. No puedo pagarle.  Me explica que es cortesía de el caballero de allá. Dice que es el pintor A. Sus obras se exponen en galerías de la capital. Incluso en el extranjero. Nunca lo había visto en persona, pero he visto piezas suyas y son de una belleza conmoverdora.  La rectoría de la universidad exhibe una en el vestíbulo.  Levanta su botella de cerveza en mi dirección y saluda con una inclinación de la cabeza.  Un momento después se acerca.  Extiende su mano, blanca y suave. Sonríe con una sonrisa franca. Dice que le parezco muy joven para ser doctor. Le digo que sólo soy un estudiante. Mira con curiosidad y a intervalos garabatea en su libreta con un bolígrafo.  Trato de sostener su mirada por un momento. Inútil. Miro a la pared y trato de mantener la compostura.  Me extiende una hoja de papel. Un boceto. Soy yo. Se levanta y extiende unos billetes al hombre de la barra. Estrecha su mano con entusiasmo.  Le encarga otra cuba para mí.  Balbuceo las gracias en voz baja.  Nos damos la mano y, sonriendo me da una palmadita en el hombro. Se ha ido. Ojalá le hubiese dicho algo. 
Cielo nocturno. Acrílico sobre cartón. 2007

La Señora Rosalba tarda mucho en volver. Ha encontrado un pretendiente. Se besan y acarician con afán.  Finalmente regresa. Tendré que regresar solo, porque van en una dirección diferente.  No tengo inconvenientes.  Son las tres. La hora del cierre. Me despido y al subir por la escalera noto que me es difícil conservar el equilibrio.  No estoy acostumbrado al alcohol y me cuesta trabajo caminar derecho.  Camino por las calles vacías mientras pienso en lo que pudo haber sido. El viento de la madrugada sopla, gélido.  Náusea.  Me recuesto de una baranda. Al otro lado, una profunda negrura.  Trato de ordenar mis pensamientos. Es el puente elevado, a la salida de la ciudad.  He derivado lejos de mi camino. Debo regresar.  Muy lejos, hacia el fondo, el ondulante mar de las bambusas. Bajo su dosel apretado, un río invisible se adivina correr.  El río canta su canción oscura, hipnóticamente.  Habla de un hombre de pié ante estas mismas barandas, hace muchas lunas.  Vivió buenas épocas. Familia acomodada. Casa bonita. Carrera universitaria.  Entonces, una espiral descendente de drogas y alcohol. Muchos tratamientos de rehabilitación inconclusos. La expulsión del hogar. Luego, errar sin rumbo de ciudad en ciudad.  Innumerables noches a la intemperie. Vender para consumir.  Finalmente, la cárcel.  Aunque los hombres nunca le interesaron sexualmente, allí aprendió a dejarse penetrar por las monedas necesarias para comprar la dosis de bazuco. De nuevo en las calles, su cuerpo decayendo visiblemente. La policía, llevándole inconsciente al hospital. El Sida abonó el camino y la tuberculosis le consume, insidiosa. Más lentamente de lo que desearía.  No tiene el interés ni las fuerzas para asistir al tratamiento subvencionado por el estado.  Necesita desesperadamente olvidar. A sus pies, un perrillo asilvestrado que recogión de las calles y crió desde cachorro.  Su único contacto con el mundo.  Su último afecto. Siempre tuvo cuidado, al comprar sus dosis, de dejar algo de lo mendigado para conseguirle algo de comer. Cuando falte, nadie lo alimentaría. Nadie lo mantendría caliente durante las noches. Con un solo movimiento, lo arroja sobre la baranda.  Sostiene la respiración por algunos instantes y escucha atentamente esperando percibir algún ruido. Nada. Sólo el silbar del viento.  Con gran esfuerzo trepa sobre la baranda y se deja caer. Nadie lo ha visto.   Ahora las bambusas amortajan sus huesos blancos con sus raíces nudosas.

Una brillante luz rompe repentinamente la ensoñación.  Son las farolas de una patrulla. Que hace ud. ahi?.  Trato de murmurar algunas disculpas. Sólo me sentí mal por un momento y quise descansar aquí.  Sólo escuchaba el murmullo del río.  El interior de la patrulla apesta a alcohol y sangre.  Un par de hombres, maniatados y contusos se miran entre sí con furia e intercambian maldiciones.  El centro de detención es una derruida construcción rectangular rodeada por oxidados enrejados. 
-Estos vienen por escándalo en vía pública y lesiones personales.
-Y éste?
-Un borracho que iba a saltar del puente.
-No iba a saltar. Sólo tenía un mareo pasajero.
-Nadie le está preguntando. Requísenlos bien. Recuerden quitarles los cinturones y los cordones de los zapatos.

Un par de hileras de celdas de 2x2 separadas por un pasillo central.  Algunos indigentes duermen sobre el desnudo suelo de concreto.  Poco a poco las celdas se van llenando con nuevos ocupantes, de aspecto terrible y mirada dura.  Desde el escritorio de la entrada se escuchan los cargos.   Tráfico de estupefacientes. Hurto simple. Hurto a mano armada. Porte ilegal de armas.  Misericordiosamente, han dejado la celda que ocupo para mí solo. Los indigentes alivian sus intestinos en el piso de su celda, y la pestilencia es intolerable.  De pie ante la reja, espero el amanecer que tarda aún.  Un par de policías se acerca, sosteniendo a una travesti que no puede caminar. Cruje la cerradura. Cae pesadamente, como una pieza de equipaje.  De nuevo se cierra la puerta. 
-Una pelea a cuchillo. Está drogada a más no poder
-Que dijeron los del hospital?
-La remendaron y dijeron que estaba bien. Que podíamos traerla.
Respira difícilmente. Su piel marcada por las cicatrices de cien batallas.  De su nariz torcida en diferentes direcciones, mana un hilillo de sangre.  Respira a intervalos largos.  Una mancha oscura en su blusa delata una fuga del aceite inyectado para dar forma a sus senos artificiales. Duerme con un ojo entreabierto, el otro cerrado por la hinchazón de un corte sobre la ceja, suturado con pequeños nudos de hilos de seda.

Finalmente, el alba despunta inundando de claridad la entrada. Dicen que soy libre de irme.  Los demás irán a comparecer ante el juez para la formalización de los cargos.  Me devuelven mi boceto,  mis cordones y mis documentos.
-Hay alguien a quien llamar para que lo recoja?
-No. No hay nadie.
-Firme entonces el libro de salidas.

En la acera, un gozque amarillo, con una cinta roja desvaída atada alrededor del cuello, se calienta bajo las primeras luces de la mañana.  Al abrirse la reja principal, husmea el aire volviendo su hocico en dirección a la entrada.  Luego se recuesta de nuevo volviendo la panza hacia el sol, esperando.

"Taciturna me hundí en aquel bar,
donde un ángel me dijo al entrar:
Ven, elévate
como el humo azul,
no sufras más, amor.
Y, desgarrándome
algo en mi vida cambió"
Sobreviviré.  Mónica Naranjo.
Minage. 2000. Sony Music

 
"Las drogas se han vuelto convenientemente disponibles para todos los niños.
Fumo mi crack y golpeo a mi perra justo aquí, en Hollywood.
Tratan de construir una prisón
para que tu y yo vivamos en ella"
Prison Song.  System of a Down
Toxicity. 2001. American Recordings

jueves, 9 de febrero de 2012

Resignación

"La memoria de ese evento, recién regresa a mí hasta ahora, ahora doblemente doloroso:  Arrepentimiento por un pasado desvanecido y remordimiento por las oportunidades perdidas.  Mithra-Grandchamp es como la mujer que fuimos incapaces de amar, como las oportunidades que fallamos en aprovechar y los momentos de felicidad que permitimos que se nos escapasen.  Hoy me parece que mi vida no fué nada mas que una cadena de esas pequeñas pérdidas: Una carrera cuyo resultado conocemos de antermano, pero en la que fallamos en apostar al ganador. Y después, una extraña euforia me sobreviene.  No sólo quedé exiliado, paralizado, mudo, medio sordo, deprivado de todos los placeres y reducido a la existencia de una medusa, sinó que también soy horrible de contemplar.  Llega un tiempo en que la acumulación de las calamidades lleva a una incontrolable risa nerviosa. Cuando después del golpe final decidimos tratarlo todo como si fuese un chiste"
Jean Dominique BaubyLe Scaphandre et le Papillon.  1997

Fantasma.  Vaciado en yeso. Rachel Whiteread. 1990
Galería Nacional de Artes. Washington D.C


"Ahora los sueños de esta vida deben terminar, y así mismo los que los sueñan. Por más de treinta años han mentido a sus propias almas. Por más de treinta años han negado su propio destino."
Fotograma de Lorry Ayers como Alessa Gillespie. Silent Hill. 2006. Christophe Gans. Tristar Pictures

La Señora F. es la ocupante el último cuarto a la izquierda.  Es su día 140 en este hospital.  Tiene 35 años y hace 7, por una inusual reacción alérgica a un medicamento, quedó completamente paralizada, ciega y casi sorda.  Su capacidad de sentir dolor y su intelecto, sin embargo, permanecieron completamente indemnes.  Fué traída por las hondas e infectadas escaras que plagaron la mitad posterior de todo su cuerpo.  En su momento, asistí al cirujano en el largo proceso de retirar sus tejidos muertos.  Sus días y sus noches, siempre iguales para ella, se funden en un continuo solo interrumpido por el doloroso ritual diario de las curaciones.  A pesar de que aún puede hablar, raras veces lo hace.  Algunas maldiciones para las enfermeras que cambian sus vendajes. Algunos monólogos en voz baja.  Algunas canciones para dormirse a sí misma.  Su familia no está. Nunca he visto un familiar suyo.  Este ha sido el lugar que han encontrado para poder olvidarse de ella. Un lugar para olvidar es tan bueno como cualquier otro, supongo.  Ya he sido cambiado de servicio. No tendría porqué seguir viviendo aquí.  Sin embargo, sigo viniendo.  En su mente, la imaginación y la memoria mantienen vivo su dolor.  Su dolor es denso y terrible. Casi que palpable físicamente.  Hemos repasado largamente sus recuerdos y sus pérdidas.  Escapó de su casa a los trece, siguiendo a un hombre que acababa de conocer, de quién se enamoró perdidamente.  Indiferencia y maltrato.  Un hijo.  Después abandono.  Duro trabajo en los talleres de explotación.  Sirviendo mesas.  Cualquier trabajo.  Un hombre mayor a quien no amaba en realidad, pero le dió por primera vez estabilidad económica.  Una casa en el extrarradio.  Planear con cariño el nacimiento de su segunda hija.  Felicidad.  Luego el desastre. Desesperación y rabia. Una docena de hospitales. Impotencia. Indiferencia. Su marido, consiguiendo nueva mujer. Su hijo haciéndose hombre en su ausencia.  Su hija conociendo como madre a una extraña.  "Cuando estaba viva me gustaban las rosas", me ha dicho.  He traído oculta en el bolsillo la corola de una, recientemente abierta en el jardín contiguo al patio trasero del hospital.  No puede verla, pero puede oler su perfume. Ríe. Por algún motivo ríe y corre un par de lágrimas de sus ojos apagados.   

Espacio interior con flor. Marcador permanente y acrílico sobre cartón.  2008


La muchacha se queja. Su rostro se contrae por el dolor.  Era su primer hijo. No había descubierto que iba a tener un hijo hasta que ya se encontraba avanzada la gestación. Todavía estaba asistiendo a clases de la escuela secundaria.  Sólo faltaba un poco más de un mes para el parto.  Ya había pensado en un nombre. Hace un par de semanas que no sentía sus movimientos. No dijo nada, sin embargo.  Con el pasar de los días pensó en ir al hospital.  La ecografía  obstétrica muestra ausencia de actividad cardiaca y superposición de las estructuras de la bóveda craneal. El feto ha muerto y sus propias enzimas lo digieren  poco a poco.  La infusión intravenosa de oxitocina avanza según lo programado.  Dosis crecientes por tres días consecutivos.  Si no se producen cambios significativos en la dilatación del cuello uterino, se procederá con la cesárea.  Es el tercer día.  No ha dormido, ni se le ha dado nada de comer.  Finalmente la dilatación cervical empieza a mostrar avances. La media noche ha pasado y la madrugada avanza.  El obstetra regresará en la mañana.  El médico de turno y las enfermeras duermen. Han indicado que no es necesario despertarlos. Ya que está muerto, podré encargarme solo. Parto en presentación de nalgas.  Es más pequeño de lo que se esperaría para este punto del embarazo.  Descenso y encaje.  La piel se desprende en jirones.  Orientación y acomodación.  Líquido turbio que fluye.  Rotación interna. Pequeñas piernas cubiertas de grandes grietas. Desprendimiento de los hombros. El frágil tejido se hunde bajo la presión de los dedos.  Extracción del polo cefálico.  El cuello es insuficiente para soportar la maniobra.  Se ha extraído el niño. La cabeza, sin embargo ha quedado alojada en el canal del parto.  Sale con la ayuda del fórceps.  El alumbramiento de la placenta oscurecida, unos minutos después.  La muchacha se ha dormido, vencida al fin por la fatiga. Todo debe enviarse al laboratorio de patología para su estudio. Hay que rotular la bolsa.  En mi mano, al empacar, la pequeña cabeza. Las diminutas hendiduras oscuras de sus ojos. Un estremecimiento.
-A que has venido de nuevo?
-No debes volver con la mujer
-No hacemos mal a nadie, sólo ocupamos su tiempo muerto. Está sola, como nosotros.
-La mujer pertenece a Los Destinos. Se alimentan de su dolor purísimo. No debes relevarla del peso de sus recuerdos. 


"Ya no sé a quién pertenezco,
oh desolada rivera
de mi estado infeliz.
Como quien no ve más el cielo,
cuando el corazón se oscurece,
como quíen contempla
la noche eterna,
voy a la deriva.
Sálvame"
La notte etterna. Emma Shapplin. Etterna.  2002. Ark Records

sábado, 4 de febrero de 2012

Medicus in pestilentia

"Cuando los ojos del príncipe Próspero cayeron sobre la espectral imagen (que ahora, con un movimiento lento y solemne como para dar relieve a su papel, se paseaba entre los bailarines), convulsionóse en el primer momento con un estremecimiento de terror o de disgusto; pero inmediatamente su frente enrojeció de rabia.
-¿Quién se atreve -preguntó, con voz ronca, a los cortesanos que lo rodeaban-, quién se atreve a insultarnos con esta burla blasfematoria? ¡Apodérense de él y desenmascárenlo, para que sepamos a quién vamos a ahorcar al alba en las almenas!"
La máscara de la Muerte RojaEdgar Allan Poe. 1842.


Médico de la peste. El pico de Roma.  Paulus Furst. Grabado. 1656

La facultad de medicina ha determinado adelantar una evaluación global teórico práctica de las aptitudes de los alumnos del cuarto nivel, quienes se dividirán en cuatro grupos. Hay cuatro evaluadores. Cada uno tasará las destrezas de un grupo por dos semanas y pasará al siguiente grupo hasta completar los cuatro.  Adicional a la nota parcial, habrá un examen final, asignando al azar cada estudiante a uno de los evaluadores.  Para continuar se requerirá niveles de competencia mínimos de 75%. Comuníquese y cúmplase.  

Salón de clases en el calor del medio día.  De pronto, un manotazo sobre mi cuaderno de notas abierto.  El Dr. I, de pié frente a mí.  Semblante congestionado.  Bigote despeinado. Perpetuas manchas de sudor en las axilas de su camisa. Corbata de puntitos con mancha de mostaza que pende del ecuador voluminoso de su panza.  Mira fijamente, con una mezcla de curiosidad y repulsión, como mirando a un insecto.  El blanco del ojo ligeramente amarillo.  La comisura de la boca curvada en una leve sonrisa.

-Dígame, Sr. Black, cual es el mejor tratamiento para el SIDA
-Dependiendo de las circunstancias del paciente, de los niveles de linfocitos y de las infecciones concomitantes, Probablemente sería el esquema de terapia antirretroviral altamente activa (HAART) que consiste en la combinación de tres o más antirretrovirales que inhiben dos diferentes enzimas virales, Dr.
-Es incorrecto.  Lo mejor para el SIDA son los nitratos.
-No tenía conocimiento de que los nitratos tuviesen aplicación médica por fuera del manejo de la isquemia coronaria
-Claro que sí. Para evitar el SIDA son buenísimos los nitratos: Ni tratos con putas ni tratos con maricas
(énfasis en la palabra "maricas" - Hilaridad general)

El Dr. I hace parte de la facultad hace algunos años.  Su padre, fallecido recientemente a avanzada edad, fué un afamado cardiólogo, uno de los primeros del país, y uno de los fundadores de la universidad.  Los rumores dicen que fué su padre quien le consiguió un puesto en la administración pública de la salud, y un matrimonio arreglado, ninguno de los cuales duró mucho, por su alcoholismo y su mal temperamento.  La práctica médica tampoco fué su fuerte, y las clínicas locales empezaron a evitarlo.  El viejo doctor tuvo entonces que usar sus influencias para conseguirle una cátedra, y al fallecer, poder dejarle su asiento en el consejo de la facultad.  Además de las dos semanas de su evaluación, mi evaluación final está a su cargo también. 
Gráfico de Soledad 11.  Carboncillo sobre papel. 2009

Ronda médica en la tarde. Paisaje usual. Abarrotados cuartos del hospital universitario que apestan a sufrimiento. Sábanas rotas. Camillas oxidadas. Cortinas enmohecidas. Chirrido de ruedas.
-Presente su paciente.
-Esta es la Señora X.  72 años. Catorceavo día hospitalario. Enfisema pulmonar.Neumonía. Insuficiencia cardíaca descompensada.... Largo rosario de diagnósticos.  Largo rosario de tratamientos y dosis. Largo rosario de reportes y maniobras de examinación clínica...

La anciana es frágil y menudita, de piel curtida por el sol y leve olor a mentol. Respira trabajosamente, perpetuamente atormentada por una sensación de ahogamiento. Es una mujer campesina que pasó su vida ante el fogón de leña, de manera idéntica a como lo hace la Madre, allá en la montaña.  Los humos tóxicos destruyeron lentamente las delicadas burbujas de sus pulmones, incapaces ya de extraer del aire el oxígeno necesario para vivir. De sus hijos no tiene noticia ya hace mucho, y siempre está sola. En sus ojos turbios por las cataratas he visto una vida de privación y largos años de ausencia y pena. Los mismos ojos de Bisabuela. Como el paisaje de Cadaqués anegado por las aguas de la desintegración.  He bebido sus recuerdos y son amargos. Ya no importa, no los necesita en el lugar a donde va.

-Bien, ahora dígame en que consiste la maniobra de Sanmartino 
-La maniobra de Sanmartino o signo de Yódice-Sanmartino es útil en casos de dolor abdominal agudo. La dilatación del esfínter anal con los dedos índice y pulgar al tiempo que se palpa la pared abdominal con la otra mano, permite determinar si hay irritación peritoneal, pues de haberla, se mantendrá la contractura de los músculos abdominales. De no estar comprometido el peritoneo, se producirá relajación espontánea de la musculatura abdominal. 
-Realice la maniobra con la paciente
-La paciente no presenta dolor abdominal, Dr. I. La maniobra no es aplicable.
-No importa, necesito ver si la sabe hacer.
-Sería mortificar innecesariamente a la paciente
-Es un hospital universitario. Cuando ingresan acuerdan prestar sus cuerpos para el entrenamiento de los estudiantes.
-Aún así.
-Quiere decir que se rehúsa a una órden directa?
-Me rehuso, si.
-Puede retirarse por el resto de la semana.  La evaluación parcial se califica con cero.

Las siguientes rotaciones avanzan satisfactoriamente.  Sin embargo tres buenas calificaciones apenas compensan por el cero obtenido.  Un segundo cero en la evaluación final sería una reprobación definitiva.  Y la cancelación de la beca.  He ido a verlo. Le he preguntado el porqué.  Ha dicho que no tengo lo que se necesita.  Que la gente como yo da mal nombre a la profesión.  Le he preguntado a que gente se refiere. Me ha dicho que está ocupado y me ha hecho salir de su oficina. 

El Decano no contesta mis cartas.  A pesar de todo, Magdalena siente pena por mí. Sin yo saberlo, ha hablado a mi favor con su padre, que es amigo de él, con  quien juega al golf todos los domingos. Finalmente se ha decidido que se reúna el consejo de la facultad.  Me han llamado a exponer mi caso.  Han entrevistado a algunos compañeros de clase.  Algunos días después, la carta de respuesta.  El consejo ha determinado que si bien, el Dr I. en diferentes ocasiones ha hecho uso de chanzas y bromas, éstas han sido completamente inofensivas como lo han corroborado los propios estudiantes, y no abrigan ánimo ofensivo contra el solicitante.  No se encuentra evidencia constitutiva de animadversión. Igualmente, se determina que los docentes son libres y autónomos de establecer los parámetros de evaluación y en conformidad colocar las calificaciones. Si bien el Dr. ha utilizado más tiempo en la evaluación del solicitante, en comparación con otros estudiantes de su grupo, los docentes tienen autonomía para extenderse en casos de estudiantes que consideren deficitarios.  No se encuentran méritos para retirar al demandante del grupo a recibir evaluación final por el  Dr I. Sin embargo, se aprueba que al momento de la evaluación final, asista un segundo calificador para asegurar la transparencia del proceso. 

El examen final toma toda una tarde y una docena de pacientes.  El segundo calificador ha controvertido muchos conceptos adversos.  Una llamada a la oficina.  Tras una larga deliberación el consejo ha aceptado el concepto del segundo calificador, el cual será promediado con el concepto del evaluador principal.  El puntaje alcanza la aprobación, por el mínimo posible.  He escapado sólo con la piel de mis dientes.


"Lo que siento,
lo que sé,
nunca se ha translucido a través de lo que muestro.
Nunca ser.
Nunca ver.
No veré lo que pudo haber sido.
Me han puesto una etiqueta,
Yo les pondré una a ustedes
así denomino a los imperdonados"
The unforgiven. Metallica. Black Album. 1991